Silvina Ocampo en conversación con María Moreno: El lugar más hermoso de la tierra , donde las nubes son las montañas; las flores moradas o el lino, el mar; los espejismos, la orilla de un lago
Aquí lo mejor que encontré hoy, la gran María Moreno frente a la gran Ocampo en ese duelo de fulgores resplandecientes de pura inteligencia y curiosidad, pasiones raras y gracias provocativas. Por María Moreno En los años ‘70, Silvina Ocampo no daba entrevistas. Pero se permitía coquetear por teléfono si escuchaba una voz joven. No se negaba de entrada. Imponía condiciones, con la seguridad de que no serían cumplidas. A mí me propuso que le enviara un cuestionario donde ninguna pregunta tuviera que ver con la literatura. Yo, alentada por una voluntad irresponsable, lo logré. Mi admiración por Silvina Ocampo se debía más a sus mitologías que a su calidad literaria. Yo imaginaba que ella amaba parar la oreja en las antecocinas, ser médium de las Clotilde Ifrán, las Ana Valerga y los Celestino Abril, nombres simples llevados de la cátedra oral barriobajera a sus personajes. Si Freud convirtió la pasión de Juanito por los caballos en miedo y a los caballos mismos en una