Aprendiendo de dios -SAUL BELLOW
Desde fines de diciembre ÉL es mi acompañante -de cartera-, va conmigo en el libro que paseo hora tras horas, yendo y viniendo desde y hacia el hogar, en colectivos, aviones y caminatas interrumpidas en busca de cafés y lectura de medio camino. Me dice cosas –tremendas, hilarantes, poéticas, recalcitrantes- sobre su alter ego, Herzog, sobre la vida –el fracaso ante la ilusión del amor-, sobre esos anti héroes entre los cuales prefiero contarme y, por supuesto, sobre mí misma. Es decir, de todos los posibles dioses a los que atribuimos la creación del universo, me hubiera gustado -estos últimos días y nunca exclusivamente ya que el panteón es grande y allí hay varios (Flaubert, Dostoievski, Munro, etc., etc.)- no ser sino una creación de Bellow. ÉL sin duda hubiera sabido observar con esa curiosidad mal sana y al mismo tiempo afectuosa, dejando escapar su aguda risa, cada uno de mis desmoronamie...