Dioses cebras
:::::::: Cuando la chita alcanza a su presa y la mata no puede devorarla ni tampoco defenderla cansada se echa a un lado y respira profundos y agotados jadeos. La luz le besa primero una mejilla luego la otra la sangre que maquilla su hocico se vuelve cárdena, rojo turgente púrpura y después naranja. ::::::::: A mordiscos, dando coces busco un árbol en la hierba ancas rebosantes al borde del río rayas sobre estepa a mordiscos dando coces con una pesadez que no es mía a mordiscos dando coces esa tarde apacenté entre cebras dispersas resoplando con esa pesadez ajena y volví a decir “dioses cebras” a mordiscos dando coces con el cuerpo vendado hice movimientos inútiles tensé músculos sanos hasta el extremo.