La perra guardiana
:::::: El ladrar largo, triste de los perros en la noche. Estoy sola y ellos me siguen. Me acompañan, a veces me miran con cara de pena. Ellos y yo nos parecemos. A los perros les hablo de vos, a tu gente, no. A tu gente el frío de tu ausencia les pone el corazón gélido, tiemblan cuando se te nombra. Mejor no hacerlo. Yo sí, yo tengo el corazón áspero, puedo con eso. :::::: Vadear la quebrada, dormir con un solo ojo, ladrar ante el menor ruido. Aprendo. Estos perros chupan de la cabra y no de la perra, se hermanan, se emparejan. La ubre, el guano de las cabras, un olor agrio, no son suyos. El pelo plomo, los ojos medrosos, los dejo a mi lado, les doy de comer, les hablo. :::::: Escuché los cuentos que se tejían sobre vos, la cazadora. La primera vez que te vi, andabas entretenida con chulengos. Un talerazo en la cabeza a uno y lo llevaste arriando. :::::: Me escucha con las orejas tiesas. No levanta los ojos, no mira. Los animales saben. Abandona la inmovilidad y se levanta.