Lirios (escritos en proceso)
Lirios Cada vez que la visito es lo mismo, al llegar a su casa encuentro a Belén arrodillada en el jardín con las manos y las uñas ennegrecidas, el pelo colgándole en mechones desaliñados, como si fuera un zorro de pelo largo, que se contenta con pasar el día husmeando crisantemos, lirios y violetas. Un zorro que se pasa el día entre flores, pero que cuando le resulta imperioso, se despluma un pajarito y lo devora sin que en ese acto se alteren las notas que lo hacen irresistible, vigilante y hermoso, así como ocurre con el cielo cuando es atravesado por las nubes más negras y tenebrosas que cargan una tormenta de miedo, pero que al mismo tiempo son alumbradas desde atrás por un sol que vuelve los contornos de las nubes lenguas de fuego. Ella se da vuelta, con ceremonia, gira la cabeza y cuando te mira, parece que ese zorro, puro hocico de ojos afilados, estuviera escudriñando a su paloma preferida; la forma que Belén tiene de mover las caderas, comenzando desde las patas, recuperand