Flannery O´Connor/ Vine como peregrina, no como paciente. Soy de esas personas que pueden morir por su religión, pero no tomar un baño por ella.
Aquí un lindo artículo de Forn y debajo unas cartas que me gustan porque dejan ver como también la escritura -y los nada gratos nudos de la publicación- se le vuelven a Flannery una especie de pesada religión. La bruja blanca Por Juan Forn Al pie de foto le alcanzaría decir: “Flannery O’Connor en Lourdes” y sería como una novela entera. La bruja blanca de la literatura, que se estaba muriendo de lupus desde los veinticinco años, llega al santuario de Lourdes en muletas. Una parienta rica le pagó el viaje. Flannery tenía treinta y tres años, le quedaban seis de vida. Ya había escrito uno de los mejores libros de cuentos de la historia: Un hombre bueno es difícil de encontrar. Cuando llegó desde su Georgia natal a la famosa residencia de escritores en Iowa a los veinte años, no sabía quiénes eran Kafka y Joyce. Días después, cuando leyó su primer cuento allá, dejó a todos en atónito silencio; en las horas siguientes se fueron acumulando manojos...