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Mostrando entradas de enero 9, 2011

La plenitud de CLAUDIA MASIN

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Y para terminar el último día de este año, me voy a la madriguera, deseándoles/deseándome abudancia de: belleza (para la felicidad), amor (para la intemperie), encuentros (para la soledad) y coraje (para la plenitud y todo lo anterior) y les dejo un bello poema de regalo  . ::::::: La plenitud Hay una historia que quiero contarte: a veces, en medio del bosque abrupto y solitario, crece un árbol demasiado delicado y tímido para sobrevivir sin que las ramas se tuerzan, decaigan, pierdan fuerza cada día, como si no hubiera nacido preparado para enfrentar la dificultad del suelo áspero y las plagas, y su propia debilidad lo llevara a empequeñecerse hasta casi desaparecer, tapado por una vegetación que pareciera nutrirse de la audacia que a él le falta. Pero una sola vez en toda su vida -que no es larga- florece. Sucede en la estación de las lluvias, y su flor es la más extraña que pueda concebirse, no necesariamente bella ni cargada de polen. Me dirás que ceder lo

Hacia el viento de PAULA JIMENEZ: o el mar que siempre vuelve

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Esta queridísima y tan inspirada amiga y poeta, http://besotaiwanes.blogspot.com/ , escribió este hermoso poema -entre otros-. :::::: Hacia el viento Aire irrepetible que llama al movimiento, como pisar dos veces las arenas de un río. Algo pende de la rama aquella, algo idéntico al recuerdo que barre la lluvia nuevamente. En remolinos las hojas, la pinocha las ramas que una acción desconocida ha vuelto trizas. ¿No existen responsables en el bosque? quizá nosotras por regresar a la frescura de los pinos, haber estado en la humedad de la tierra, volver, ¿quién sabe? Se oyen los pájaros, se cuela como siempre entre los nidos el mar sonoro. Cerca, atravesando las casillas la ruta gris nos arde en los pies, los pasos que no haremos dos veces. Con el atardecer, en bicicleta por la ladera que rechaza la ascensión, la gravedad repele nuestro esfuerzo modesto de trepar al llano oscuro. Veremos otra vez morir el día, disolverse las horas, transformada una cosa en

Yo estuve a la orilla de un río de IRENE GRUSS

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:::::::::: Esta señora poeta http://lamitadelaverdad.blogspot.com/  escribe poemas así de bellos: Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo. René Char Yo estuve a la orilla de un río blanco, yo vi un río blanco desde mi ojo terriblemente azul por la mirilla de un arbusto, no la alcantarilla. Palpé los ganglios de ese río, latían como laten los sapos de René Char, afortunados. Desde ese ojo vi que mi sombra bailaba mientras yo observaba quieta la orilla, la de un río blanco. Estuve como puede estar cualquiera, de paso, de rodillas, así miré, toqué una arena abandonada, blanca como un río que vi desde la orilla. Nunca digan que poseo una voz particular, nunca mi garganta plagió tanto el borde de ese río. Yo estuve a orillas de un río blanco como arena abandonada, arena tibia, danzaba y mi sombra miraba el horizonte, buscaba un rumbo, islas perdidas