Henri Michaux: ¿Dime de verdad no volveremos a encontrarnos nunca más?
¿Nausea o es acaso la muerte que llega? Ríndete, corazón mío. Hemos luchado bastante, Que mi vida se detenga, No hemos sido cobardes, Hicimos lo que pudimos. ¡Oh, alma mía! Te vas o te quedas, Tienes que decidirte, No palpes así mis órganos, A veces con atención, otras con extravío, Te vas o te quedas, Tienes que decidirte. Yo ya no puedo más. Señores de la Muerte No los maldije ni los aplaudí. Tengan piedad de mí, viajero de tantos viajes sin maleta, Sin dueño tampoco, sin riqueza, y la gloria que se fue a otra parte, Ustedes son ciertamente poderosos y divertidos por encima de todo, Tengan piedad de este hombre enloquecido que antes de cruzar la barrera ya les grita su nombre, Atrápenlo al vuelo, Y después que se amolde a sus temperamentos y costumbres, si es posible, Y si les place ayudarlo, ayúdenlo, se los ruego. :::::: La muerte de un caballo Hacienda Guadalupe, cerca de Pelileo, Ambato, 6 de la mañana 11 de Julio Apena