Botánica sentimental de Mercedes Araujo en EL DILETANTE por Horacio Maez
Botánica sentimental Mercedes Araujo Horacio Maez El sol entra por una ventana e ilumina unas frutas que están en una fuente sobre la mesa; y entonces el cuadro es el de una naturaleza muerta en una casa de campo, en una cocina de casa de campo. Se ve o imaginamos el polvo, las partículas se evidencian con el sol. De alguna manera vemos el entorno y adivinamos una fragilidad latente. Si seguimos el recorrido de esos rayos, si miramos por esa ventana, el cielo que hoy es limpio castiga y produce una aridez que sólo parece retroceder a fuerza de trabajo. Si nos detenemos en algunos detalles vemos la delicadeza para convertir ese hermoso pero duro entorno en un lugar de vida. Y más allá, en el cultivo, casi como un capricho, la voluntad de afincarse. El deseo de hacer productivo ese espacio. Y en ese deseo está el tiempo y quienes lo habitan. Volvamos a empezar. Alguien vuelve al lugar que fue epicentro de vida de varias generaciones de la familia. Un lugar inabarcable dominado por fuerza