Aunque yo sé una canción de África






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Aunque yo sé una canción de África –pensaba-, de la jirafa y de la luna nueva africana tendida de espaldas, de los arados en los campos y de los rostros sudorosos de los recolectores de café, ¿Sabrá África una canción sobre mí? ¿Vibrará el aire en la llanura con un color que yo he llevado o los niños inventarán un juego en el cual esté mi nombre? ¿La luna llena proyectará una sombra sobre la grava del camino que será como yo, o me buscarán las águilas de Ngong?
(Fragmento, Isac Dinesen)

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Píldoras para la malaria, el cólera y la fiebre amarilla
un poema antiguo me indica adónde voy:
“una hiena presa con una correa, un pedazo de carne,
un poco de agua en un vaso puesto junto al fuego”
con el hocico cargado digo mis oraciones
-como una hiena-
mi bendición es mi maldición.

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Sueño con leones, mosquitos
y gritos en la noche. No sueño con mi muerte.
Vine en busca de una acacia.
Una acacia y a sus pies
una jirafa.
Una jirafa que con sus patas consiga
voltear un león.

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Un par de pájaros enjaulados
plumas verdes, naranjas, pecho amarillo
busco una cama donde amortajar mi cuerpo
hasta curar.

Una cama y al lado
de la cama, máscaras
y, cada mañana, un pájaro negro
bellaco y ladrón.

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De viajar sola.

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