Carta desde otros jardines
Hoy recibimos carta:
Una amiga con la que compartimos el ritual de beber algún vino de los más exquisitos cuando nos vemos, me dice:
“tenés que venir a visitarme, si bien me he quedado con pocas flores, las que están perfuman todo: unas retamas y unos azareros, después te mando un par de fotos....y también te copio abajo un texto de "La Grande" de Juan José Saer, pensé en vos cuando lo leía...
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Desde la primera copa, el otro, o lo otro -la otredad- que buscamos, aflora desde dentro en el único sitio en el que razonablemente puede encontrarse, es decir, en nosotros mismos. El vino modifica, a la vez, al bebedor y al mundo. La nitidez sensorial provoca, provisoria, el olvido del abismo, permitiendo que se instale, casi enseguida, la alegría, la agudeza, la fuerza….
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...se trata de su juventud, y como debió evocarla a menudo desde la distancia, terminó confundiendo su propia vida con el lugar donde la vivió, idealizando ese período, sin darse cuenta de que es de sí mismo y no del resto de lo que se acuerda, mezclando el espacio y el tiempo, lo interno y lo exterior...
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La desnudez, la fatiga, pero también la noche de verano, el silencio que se instalaba mientras el deseo que, aunque se muestra con intermitencia, es por definición infinito y, como el tiempo, cuya esencia podría, en cierto sentido, compartir, trabaja sin que lo sepan aquellos a los cuales transforma...
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....quizás esa aprensión les venga, como ocurre con frecuencia, de no haber comprendido todavía que el enigma atrayente que creen percibir en el otro viene de que lo asocian sin saberlo a algo que quisieran volver a poseer porque, desde hace mucho tiempo, lo han extraviado en algún pliegue ya inaccesible de sí mismos"…
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