Las cuatro reglas para vivir en la montaña






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Uno no debe perder el sabor de estar enfermo, ni tampoco de ser destituido.

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Hay cuatro reglas para vivir en las montañas: que no haya formaciones de árboles ni grupos de rocas, ni suntuosidad en la casa, ni artificios en el corazón humano.

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Uno debería ver las sombras de las flores en el agua, la sombra de los bambúes bajo la luna y la sombra de la belleza detrás de la cortina de una puerta.

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Si una persona puede mantener diez mil volúmenes de libros raros, encuadernados en preciosos brocados y perfumados con inciensos, mientras el vive en una casa pequeña con una túnica de algodón barato, puede llamársele sin la menor duda, una persona extraordinaria sobre la tierra.

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Vivir en la montaña tiene ocho ventajas sobre vivir en la ciudad: no hay convenciones estrictas, ni visitantes extraños, ni confusiones con el vino y la carne, ni peleas sobre la propiedad, ni preocupaciones sobre el traicionero corazón humano, ni disputas sobre el bien y el mal, ni urgencia por los artículos literarios, ni habladurías sobre los mandatarios.

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De Cien proverbios, Sabiduría china, por el Señor Tut- tut.

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