A los moradores de este jardín nos encanta recibir libros y también enviarlos. Gracias Diego Roel.













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En estos días, desde un jardín de La plata, nos llegó un libro azul, Las variaciones del mundo, de Diego Roel.
Siempre es agradable recibir noticias y más aún si esas noticias vienen con forma de poemas y dan cuenta de un universo personal antes desconocido.
Me encanta que me regalen libros y regalarlos, celebro y agradezco el gesto porque leer por primera vez a alguien es como entrar a un jardín ajeno, descubrir esas florcitas de las cuales desconocemos los nombres, un sembradío de pasto al que el sol le da un color distinto al que aparenta, alguna sombra que no habíamos vislumbrado antes y un colibrí vistoso que aparece, desaparece y que vuelve a dejarse ver más allá. Y cuando los libros llegan inesperadamente a la puerta de tu casa -costumbre algo perdida en estos días y causa de la cual soy defensora activa por lo que aviso seriamente que si algún paseante de este jardín quiere recibir uno de los nuestros, no deje de pedirlo y enviar su dirección postal- me ocurre algo: me da mucha alegría.
Es que en el trazado siempre disperso, vagabundo, errático pero irremediablemente solitario de mis lecturas, algo se tuerce y me arrastra hacia ese otro lado que seguramente luego abrirá otros vericuetos de  resonancias.
El libro viene con una lectura de Rafael F. Oteriño en la que nos dice que Roel ha debido realizar el tránsito de ver afuera/aquello que palpita adentro, restituyendo a su lugar central la mitad perdida que afligiera a los místicos. Por eso, sus versos tienen la frescura e inocencia de quien ha visto que el vacío es apertura y promesa.
Estamos descubriendo este jardín. Aquí van los subrayados de los versos que más nos gustaron.
Escribo como quien salta o juega o ríe o canta.
Nadie dice esto es una línea, un punto, un círculo
una esfera que transita, que golpea y cae
se levanta y huye.

Nadie dice esto es una piedra, un animal,
un hombre, un alma que transita
de cuerpo en cuerpo, en luz, en superficie.

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Gracias Diego.

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