Mirta Rosenberg: Siendo leve, el gato es. Se sueña con gatos cuando uno se sale de sí mismo. El gato rara vez cabe en el gato.





Los poemas que más me gustan son los de animales y/o de jardines. También los poemas “sabios”, aquí una gran combinación de mis dos debilidades.


Bestiario íntimo
Si alguien querría ser una tortuga
sería yo:
hacer de una sección cónica
mi propia sede prehistórica
alojada en la espina dorsal.
Ser tortuga
tiene algo de ideal:
desde joven luce arrugas
y en sentido literal
se hace mayor con los años
-a más edad
más tamaño.
Post-matrimonial,
sin lazos familiares
después de desovar,
igual a todas y cada una,
naturalmente hija de la luna,
sin embargo
no hay cisma
entre ella misma y sus lares.
Entre tantos avatares,
para mí
que estoy en mí
-puro apremio sin molicie-,
poco cuenta que sea lenta
su marcha en la superficie:
eso
me haría durar
y capaz de entrar al mar,
-que cubre dos tercios del mundo-
sabiendo que si me hundo
gano velocidad.

* * *

Gato en retrato
Se pierde el momento
de empezar
se empieza
en cualquier lado: aunque
se pierda
el gato
está ganado. Y no se espera.
Ni siquiera
el gato espera al gato.
El gato es solo
y eso le permite
inventarse
sus pasiones. Su riesgo
es saber
y de antemano
que nadie lo querrá
como querría.
Y ésta:
“Gato en el mundo,
poco profundo”,
su sentencia.
Siendo leve,
el gato es. Se sueña
con gatos cuando uno
se sale de sí mismo. El gato
rara vez
cabe en el gato.
Está
autorizado al equilibrio
y condenado
por lo mismo
a sitios relativos:
sube
y no asciende, baja
y no se hunde.
El único lugar del gato
es donde
el gato estuvo.
Según
mi amiga,
en Roma
hay siempre el mismo
gato.
Se renuevan
sin embargo
los gatos de París. Y hay
más de uno siempre a un tris
de ser feliz
aquí.
El aquí
es el conflicto del gato.
De donde mira
ve
que el mundo gira
y se marea. Gato mareado,
gato agotado. Lo pierde
lo relativo
y ni lo salva
saber que está ganado
aunque perdido.


::::::
Vale la pena compartir también esta nota biográfica de Mirta Rosenberg escrita por Cristian De Napoli tomada -junto a la foto y los dos poemas- del blog amigo. Pasen por allí.

Mirta Rosenberg nació en Rosario, Santa Fe, el 7 de octubre de 1951. Hace ya algunos años que vive en Buenos Aires. Es traductora del inglés y del francés; es una traductora irremplazable, habría que agregar, si se me permite el oxímoron. Son muchos los poetas de lengua inglesa que Mirta versionó en español, entre ellos Auden, Mansfield, Derek Walcott, Marianne Moore, Hilda Doolittle, James Laughlin, Seamus Heaney. También hizo junto con Daniel Samoilovich la traducción del Henry IV de Shakespeare. Y de distintas novelas, artículos, ensayos, relatos. Para algunas camadas de lectores de poesía en Argentina, esa parte de su trabajo que es llevar a nuestra lengua, movida por la propia voluntad, obras de poetas europeos y norteamericanos contemporáneos y no tanto, se traduce en la grata costumbre de abrir cada tres o cuatro meses, desde hace años, la revista Diario de poesía y buscar qué poeta tradujo Mirta.
Su primer libro de poesía es Pasajes, y apareció en 1984. Le siguieron  Madam (1988); Teoría sentimental (1994); El arte de perder (1998). Estos cuatro libros, hoy agotadas sus primeras ediciones, conforman el grueso de la obra reunida de Rosenberg que apareció en 2007, con título El árbol de las palabras.  Ahí también se incluyen poemas de dos libros por venir, uno titulado Bestiario íntimo y otro Observaciones concretas. 


Foto de Valentina Rebasa

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