Bahman Jalali/ Se trata de imágenes vagas (y, pese a ello, muy precisas en su vaguedad) que perviven en la mente de una generación de iraníes que no puede recordar del todo pero que tampoco puede olvidar las imágenes mezcladas y miasmáticas de una era pasada que continúa poblando los sueños y las pesadillas de los siglos posteriores.
Bahman Jalali y la poética visual iraní (Teheran 1944-2010)
HERMAN BASHIRON
Left to right: 1. Bahman Jalali, Pescadors, 1974–1980, fotografia b/n, 30 x 45 cm. © Bahman Jalali, 2007 2. Bahman Jalali, Imatge de la imaginació, vermell, 2003, fotografia color, 70 x 70 cm, © Bahman Jalali, 2007 3. Bahman Jalali, Carrer Enghelab, Teheran, 1979, fotografia b/n, © Bahman Jalali, 2007
La primera retrospectiva que se realizó en Europa sobre el fotógrafo iraní Bahman Jalali, se pudo admirar en la Fundació Antoni Tàpies de Barcelona hasta el día 30 de diciembre del 2007.
La exposición fue una vez más un trabajo de colaboración entre el departamento de exposiciones de la Fundaciò y Catherine David, curadora y crítica de arte francesa. El nuevo capítulo de esta fructífera colaboración, que como de costumbre dirige su mirada hacia la producción artística oriental, hacia la producción artística del “otro” y en búsqueda de un dialogo entre lugares y culturas diferentes, ha sido dedicado, come ya hemos dicho, a uno de los más importantes representantes de la fotografía contemporánea iraní: Bahman Jalali. Jalali nació en Teherán, ciudad capital de Irán, en el 1944 y su natural pasión por la fotografía lo llevó a viajar en múltiples lugares de su país y del mundo para capturar la realidad de la vida, tanto en sus aspectos de ocio y de negocio, cuanto en sus aspectos dramáticos como las guerras y las luchas para la supervivencia.
Además de las técnicas fotográficas, Jalali tiene un conocimiento muy profundo de la tradición visual de su país y esto se debe sobre todo gracias a su largo y continuo trabajo de coleccionista, que le permitió entrar en contacto con la producción visual y fotográfica iraní de épocas anteriores. Bahman se dedicó sobre todo a la recopilación de las imágenes de la era Qajar (1779-1925) y gracias a su investigación se llegó a limpiar y archivar unas setecientas placas de cristal encontradas en el Palacio Golestàn (antigua residencia Qajar) y además consiguió abrir un museo de la fotografía donde poder guardar y exponer el patrimonio fotográfico de su país. “Llevo veintiséis años dedicado a la historia de la fotografía. Eso me ha dado la ocasión de enseñar este material y recurrir a esa experiencia para crear el museo”.
Una de las particularidades más interesantes de la vida artística de Jalali es que nunca ha sido un fotógrafo profesional en el sentido estricto de la palabra y nunca ha estudiado fotografía en ninguna escuela formal. Cuando estudiaba Económicas y Ciencias Políticas en la Universidad de Teherán, a la facultad, junto a sus libros, llevaba siempre consigo su cámara de foto y desde entonces trabaja con la fotografía de manera extremadamente pasional y hoy en día es reconocido como uno de los grandes fotógrafos contemporáneos iraníes.
De hecho Jalali nunca se ha comprometido con agencias y ha querido siempre llevar a cabo un trabajo de carácter documental, fotografiando la realidad de su país a través de una visión personal, sin ceder a las reglas de los reportajes de prensa. “Aunque me ganaba la vida haciendo fotografías, procuré seguir siendo un aficionado, así que me distanciaba de las normas profesionales (…) No hice fotografías para ninguna agencia ni institución ni nada parecido”, comenta él mismo. Cuando Catherine David, comisaria de la exposición, le pregunta porque no trabajaba para nadie, Bahman Jalali le contesta: “Porque yo hacía fotografía documental y las agencias querían noticias. Yo no servia para eso, y el otro problema es que no sé obedecer órdenes, me gusta hacer el trabajo a mi manera. (…) Mi trabajo no es de reportaje periodístico sino documental”.
La serie de imágenes presentadas en la primera monográfica europea de Jalali, son un testimonio muy importante de diversos aspectos de la historia contemporánea de Irán. En el trabajo de Jalali se puede comprender el peso y el papel que la imagen fotográfica tiene en la construcción de la modernidad y en el desarrollo del Irán moderno.
Como nos explica Hamid Dabashi, profesor de Estudios Iraníes y Literatura Comparada en la Columbia University de Nueva York, en el catalogo de la exposición: “Bahman Jalali es uno de los numerosos artistas a los que puede atribuirse la responsabilidad principal de que el arte de la fotografía alcanzara pleno reconocimiento artístico y plena importancia social en Irán, en un periodo que empieza con el ascenso de la monarquía Pahlavi (1926-1979) a la prominencia política y prosigue aún con posterioridad a la revolución islámica (de 1979 a la actualidad). (…) De manera casi literal, la extraordinaria colección de la obra de toda una vida de Bahman Jalali (desde el centro mismo de las construcciones arquitectónicas del desierto iraní a los horrores ocultos de sus revoluciones, desde los rincones de archivos de sus estudios de anticuarios al estruendo ensordecedor de sus guerras), realizada a lo largo de más de cuatro décadas, sirve de testimonio visual de una cultura cosmopolita que abarca de lo visual a lo literario pasando por las artes interpretativas”.
Las múltiples imágenes, creaciones de la mirada, de la mano y de la cámara de Bahman Jalali, nos permiten acercarnos al patrimonio histórico y cultural de este inmenso país de Oriente Medio; son un “testimonio” del tiempo que cambia, de unos paisajes que cambian, de los seres humanos que han vivido y que han muerto en los cuatro ángulos de esta tierra; son testimonio del drama de las guerras y de la brutalidad de las revoluciones, son imágenes/elementos que hacen parte de una cultura visual, que componen y que ayudan a la comprensión de un mosaico visual iraní distinto y característico.
El conjunto de las obras de Jalali forman una memoria en blanco y negro que describe arquitecturas urbanas y de la naturaleza, que retrata los hombres en sus inmortales oficios (como en la serie de los pescadores), en sus interminables relaciones con el campo y la tierra (los campesinos), con el viaje y el movimiento (los nómadas), con el agua, con la guerra y con la muerte. Rostros, cuerpos y miradas envueltos en un tiempo detenido.
Como bien define el profesor Dabashi en el catalogo: “La obra artística de Bahman Jalali es la memoria viva de una modernidad visual que resulta esencial en el tránsito histórico de su nación a la independencia moral y normativa”.
La cronología de las diferentes series de obras presentadas en la Fundació Tàpies de Barcelona va desde el principio de los años setenta hasta la actualidad. Bushehr, ciudad portuaria (1974-2006), representa la arquitectura tradicional de esta ciudad del sur de Irán, sus antiguos edificios y sus elementos característicos (como por ejemplo los canales para la distribución del agua en el suelo). Al mismo tiempo esta serie de fotos transmite una crítica hacia el derrocamiento que la ciudad está sufriendo y también hacia la cuestión que el nombre de Bushehr sea hoy conocido solamente por la presencia de una central nuclear en construcción; Pescadores (1974-1980), el retrato de la vida de una compañía de pescadores del Golfo Pérsico con los que el fotógrafo ha convivido durante varias ocasiones; Arquitectura del desierto (1977-1991), formas rotundas, geométricas, refinadas, donde la arquitectura vive en armonía con la naturaleza; Estudio Chehrenegar (1993), una forma de homenaje a la familia Chehrenegar de Shiraz y a su estudio de fotografía; Días de sangre, días de fuego (1978-1979) y Khorramshahr. La ciudad que fue destruida (1981), son dos series de imágenes que vienen presentadas en formato diapositiva y que muestran, la primera, los acontecimientos que han llevado a la revolución islámica del 1979 a través de una serie de fotos realizadas durante un periodo de 64 días y, la segunda, la muerte, la destrucción y la profunda crueldad de una guerra larga ocho años que vio contrapuestos los dos países fronterizos Irán e Iraq.
Las fotografías que encontramos en la serie de Días de sangre, días de fuego y la serie de Khorramshahr. La ciudad que fue destruida, han formado parte de una enciclopedia publicada por el gobierno iraní sobre la guerra Irán-Iraq.
En las series de Imagen de la imaginación (2000-2003): “Blanco y negro” (2000), “Sepia” (2002) y “Rojo” (2003), el autor yuxtapone textos, imágenes y fotos del periodo Qajar y utiliza las nuevas tecnologías para producir unos modernos collages que se presentan así cargados de signos, símbolos y significados. Según las palabras del profesor Dabashi: “Lo que proyectan estos collages manufacturados son instantáneas de una historia que hace mucho que ha mutado en recuerdo, y Bahman Jalali las hace retroceder todavía más hacia imágenes reprimidas y difícilmente perceptibles que son a la vez ilusorias y fascinantes. Se trata de imágenes vagas (y, pese a ello, muy precisas en su vaguedad) que perviven en la mente de una generación de iraníes que no puede recordar del todo pero que tampoco puede olvidar las imágenes mezcladas y miasmáticas de una era pasada que continúa poblando los sueños y las pesadillas de los siglos posteriores. Al entrar en la superficie porosa y puntuada de estas imágenes, el artista, Bahman Jalali, vive en la memoria corporal de un pueblo del que se reclama y al que llama hogar”.
La fotografía de Bhaman Jalali se presenta entonces como un documento imprescindible para entender visualmente parte de la realidad iraní. Sus imágenes, y gran parte de todo el patrimonio fotográfico que procede de Irán, se distancian ampliamente de todo el contexto de la fotografía “orientalista”, una práctica de perfil colonial que de hecho retrataba el “otro” a través de una mirada y un prejuicio europeo. Como nos explica Catherine David durante su entrevista/conversación con el fotógrafo Bahman Jalali: “Cuando uno mira la fotografía iraní desde el principio, cuando se la compara con otros corpus fotográficos no europeos en el contexto de cuanto ha sido definido como fotografía “orientalista” – tanto si la realizaban forasteros como nacionales -, cuando se la compara con fotografías hechas en lugares como Egipto y la Palestina histórica (que abarcaba los actuales estados de Israel, Jordania, Siria y casi todo Líbano), se ve que es diferente. Hay menos interferencias ajenas”.
La obra fotográfico-documental de Bahman Jalali nos devuelve entonces una mirada natural y no exótica sobre Irán y se contrapone, como obra de arte, a la manipulación existente en la mayoría de las imágenes destinadas a la prensa.
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