Dicen así: Un relato épico que rompe la sintaxis es el primer premio del Fondo Nacional de las Artes
Me sacaron está linda foto
Y acá
y también aquí
dicen así:
Leticia Pogoriles. TELAM.
Nacida en Mendoza y autora de cuatro libros de poesía ("Aspero esmero", "Duelo", "Viajar sola" y "La isla") Araujo logra un imaginario potente que se consolida en esta novela próxima a editarse, surgida por un personaje femenino que creó en el taller de Alicia Dujovne Ortiz, su maestra.
“Es una india, Juana, que tiene un diálogo con el padre. ‘si encontraste esta voz, la podés seguir, acá tenés un personaje’, me dijo Alicia.”, cuenta Araujo café de por medio, sobre esa mujer que sería más adelante la protagonista de “La hija de la Cabra”.
“Me puse en sintonía con esta voz y la situé en las lagunas de Guanacache en el desierto mendocino de Lavalle, el primer lugar donde hubo vida comunitaria huarpe, antes de la llegada de los españoles”, dice la escritora también abogada ambientalista, que resalta que allí aún “el destino de cada uno tiene que ver con el destino de todos”.
Elegida entre cien textos por los jurados Leopoldo Brizuela, María Teresa Andruetto y Esther Cross, la novela es un relato épico con una "marca trágica del destino" donde se conjugan la tragedia y el romance en tierras desérticas y primitivas, alejados de toda "referencia literaria cotidiana y actual", dice Araujo.
Un matrero gaucho blanco viene huyendo tras cometer un crimen, se refugia en las lagunas donde se cruza con Juana, la hija del cacique Cunampas, con quien inicia un amor prohibido. “La entrada del blanco descoloca un orden dado y provoca un acto de rebeldía de Juana, destinada a casarse con su primo, el próximo líder”, adelanta la autora.
Hasta aquí la novela tiene todos los ingredientes clásicos con pasiones humanas en pugna, pero el texto “fulgurante y de belleza intensa” -según Dujovne Ortiz- propone una deconstrucción, una ruptura y una recomposición del lenguaje y de una visión del mundo.
“Rompí la sintaxis formal del castellano, inventé y ficcionalicé un lenguaje” dice la autora, y aclara que al lector “algo se le descolocará en el decir, pero se entiende perfectamente”.
Araujo es la creadora de un andamiaje literario poético que bien se podría inscribir en la tradición que incluye a Antonio Di Benedetto, Sara Gallardo, Juan Rulfo o Juan L. Ortiz, y que son portadores de un rumbo latinoamericano que no olvida ni a su tierra, ni a sus habitantes.
Los jurados también destacaron su estilo rupturista, bestial y exquisito: “El tratamiento del lenguaje es extraordinario, es un mundo absolutamente personal, fuerte y extraño. Es un lenguaje inventado que evoca las novelas latinoamericanas de pequeños pueblos, simbólicos y épicos”, dijo a Télam Brizuela.
Para Cross, la mendocina “propone un mundo, y su lectura es una experiencia en el mejor sentido. La llamada ‘barbarie’ siempre fue contada desde la `civilización`. Esta novela reporta desde la barbarie y lo hace con un lenguaje propio y diferente que va instaurando ante el lector un mundo único y perdido”.
"Tiene un manejo exquisito del lenguaje -agrega Andruetto- es un cruce raro de influencias, con ecos de Rulfo, de Leonidas Lamborghini, de novelas o poemas sobre el desierto, de novelas sobre mujeres. Ficcionaliza una geografía y una época y se corre del relato histórico tradicional. Es muy innovadora".
Y así monologa Juana: “Me enredé con vos, blanco, creí que podía anudarme a vos y así y todo servir a mi pueblo, cazar, cumplir. Disparé mis flechas, blanco, pero doblaron su camino. Las nubes se me tiñeron de rojo. El corazón en sombras, blanco.
Cunampas me dijo: angustia hay, desvelo hay, cansancio hay y el orden dado. Ser la hija de Cunampas, eso hay. [...] Ya sé, me dirías: siempre rogaste la muerte, Juana, la desafiaste, la adoraste como si en ella estuviera tu fuerza”.
Con ritmo, cadencia y respiración particular, “La hija…” cabalga violenta y poéticamente sobre un registro sintáctico y mítico marcado por la voluntad caprichosa de la sequía.
“La relación con el paisaje y con los animales son tan presentes como las de los humanos, quienes se `animalizan` y se transmutan", resalta acerca de estos vínculos muy trabajados en su poemario.
“Ese es el enclave de mi propia voz como escritora" sentencia y da un ejemplo: "En la novela, hay una escena donde Juana, encargada de alimentar al pueblo, se mide con una guanaca, su presa. Le habla de igual a igual y entre ambas hay una identificación, que también es una unidad”.
La cabra es la madre ausente de Juana. “Es quien le falta -agrega Araujo- y con quien dialoga todo el tiempo. Esa falta internamente justifica su transformación. Si bien Juana quiere evitar la muerte, la mayor parte del tiempo sólo quiere morirse para encontrarse con su madre y cuando se libera de ese deseo de muerte, se transforma”.
La ausencia del otro y el desencuentro son parte del universo de esta escritora de 39 años.
“Hay momentos de nuestra educación sentimental que nos transforman para siempre y son los que producen la pérdida del otro, hay un quiebre en la propia constitución psíquica y eso habilita la transformación” analiza sobre este imaginario creado y sentido que se revelará en las páginas de su novela.
Araujo ganó 10 mil pesos para publicar "La hija..." antes de fin de año, mientras tanto para contener la ansiedad se pueden leer fragmentos en el blog www.cartasdesdeeljardin.blogspot.com que administra la escritora.
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Y por acá también
dicen así:
Leandro Sturniolo - lsturniolo@losandes.com.ar
"Ojalá se lea y esto pueda contribuir a que muchos conozcan el misterioso desierto mendocino y a su vez sirva de homenaje a sus habitantes", afirmó ayer a Los Andes Mercedes Araujo, la flamante ganadora del primer premio de fomento a la producción literaria del Fondo Nacional de las Artes (FNA), con su obra inédita "La hija de la Cabra".
La escritora, quien también se desempeña como abogada ambientalista en Buenos Aires, es mendocina y recibió con orgullo el premio de 10 mil pesos que servirán para publicar su novela.
Sin dudas la obra de Araujo cautivó al jurado desde el comienzo por su innovación en la ruptura sintáctica del castellano, a través de un relato clásico y épico donde se conjugan la tragedia y el romance en tierras extrañas. Aquellas tierras extrañas están ubicadas en nuestra Mendoza, precisamente en las inmediaciones de Guanacache, departamento de Lavalle.
Elegida entre cien textos por los jurados Leopoldo Brizuela, María Teresa Andruetto y Esther Cross, la novela es un relato épico con una "marca trágica del destino" donde se conjugan la tragedia y el romance escenarios primitivos, alejados de toda "referencia literaria cotidiana y actual".
Como referencia se puede decir que la mendocina es autora de cuatro libros de poesía ("Aspero esmero", "Duelo", "Viajar sola" y "La isla") y que hoy Araujo logra un imaginario potente que se consolida en esta novela próxima a editarse, surgida por un personaje femenino que creó en el taller de Alicia Dujovne Ortiz, su maestra.
"Viví en Mendoza hasta los 25 años y la sigo sintiendo como mi tierra, mi lugar. Pero además tomé como geografía narrativa al desierto de Lavalle y la Laguna de Guanacache porque era el escenario ideal para una novela con elementos trágicos y épicos. Además me parece un homenaje a su gente y a la conexión que existe con el paisaje. Es que es muy interesante cómo el paisaje modula el lenguaje allí, uno aprende a hablar de la tierra misma. Mi devoción con el desierto como elemento mítico es total", aclaró ayer después de enterarse del prestigioso premio.
A la hora de encarar "La hija de la cabra", la autora inventó una historia sin conexión con la realidad, pero a la vez inspirada en los habitantes de la zona desértica. "Es una india, Juana, que tiene un diálogo con el padre. ?Si encontraste esta voz, la podés seguir, acá tenés un personaje', me dijo Alicia", cuenta Araujo sobre esa mujer que sería más adelante la protagonista de la obra ganadora
"Me puse en sintonía con esta voz y la situé en las lagunas de Guanacache, el primer lugar donde hubo vida comunitaria huarpe, antes de la llegada de los españoles", dice la escritora y abogada ambientalista, que resalta que allí aún "el destino de cada uno tiene que ver con el destino de todos".
Mercedes nació en una familia marcada por el trabajo docente de sus integrantes y según explica se hizo escritora de tanto leer. "De chica tuve una locura con la literatura, por la ficción y ese gusto se fue transformando en una actividad. Sus influencias literarias: los poetas norteamericanos Ezra Pound y Elizabeth Bishop -con ellos comparte aquello del mundo vegetal en las letras- y con Paula Jiménez y Claudia Masin, la estética lírica no objetivista. En lo que tiene que ver con la novela, Sara Gallardo y Antonio Di Benedetto también marcaron su destino literario.
"Rompí la sintaxis formal del castellano, inventé y ficcionalicé un lenguaje" dijo la autora sobre el estilo de "La hija de la cabra", que llegó después de varias idas y vueltas, pero finalmente ese curso trajo los laureles. "Cuando me enteré del premio fue una alegría enorme, fueron muchos años de escritura y re escritura, también de lectura de mi gente. El jurado me pareció el mejor para este tipo de novelas no contemporáneas, que cuenta además con un alto porcentaje de complejidad y una búsqueda lírica diferente", cerró la galardonada escritora en su diálogo con Los Andes.
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Y acá otra lindísima nota sobre La hija.
http://www.diariouno.com.ar/edimpresa/2011/08/05/nota278614.html
Mis felicitaciones totales, señora. Un abrazo fuerte, Irene
ResponderEliminarMe sumo a las felicitaciones... y sí, preciosa fotografía.
ResponderEliminarIrene, querida, muchas gracias.
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