Denise Levertov entrevistada por Sybil Estess/ para mí la revelación en poesía siempre concierne al movimiento de la mente tal como piensa y siente y así lo hace en el lenguaje. Para un poeta, el proceso de pensar-sentir no se traspone directamente al lenguaje. Más bien, ocurre en el lenguaje.
Denise Levertov entrevistada por Sybil Estess
E: ¿Fue durante sus
primeros años aquí (América) que empezó a tomar conciencia del rol político que
un artista debe tener en la sociedad?
L: mi conciencia del
rol social que el poeta, específicamente, puede jugar, llegó gradualmente,
creo. No podría fecharlo, aunque diría que el primer poema realmente político
que escribí fue sobre el juicio a Eichmann, de Jacob's Ladder.
E: ¿Puede
caracterizar cómo evolucionó o cambió políticamente durante los últimos 20 o 25
años?
L: Bueno, durante al
guerra de Corea, por ejemplo, como mucha otra gente, realmente no estaba
informada ni preocupada. Recordará que casi no hubo movimientos antibélicos
durante la guerra de Corea en comparación con la de Vietnam. Me temo que yo
compartía esa apatía. Pero comencé a participar en demostraciones antinucleares
en New York en el período "ban the bomb". Fui una pacifista convencida
por cierta cantidad de años. Luego me involucré más y más en política con el
movimiento antibélico de Vietnam, y empecé a sentir que ser pacifista era una
posición insosteniblemente complaciente. Me sentía hipócrita. Me di cuenta de
que había una conexión entre los vietnamitas que luchaban por auto-preservarse
y la lucha de los pueblos por su auto-determinación en todas partes, y con el
racismo. Entonces abandoné mi pacifismo y me volví más revolucionaria.
E: ¿Haría de sus
ideas políticas una normativa para artistas? ¿Juzga a aquellos que no eligen
vivir una vida tan pública y política como la suya?
L: No. No creo que
uno deba juzgar. Creo que si una persona no está comprometida, entendiendo ese
no-compromiso como frío o cínico, su arte sufrirá. Pero también pienso que
mucha gente se compromete con el destino de su prójimo y simplemente no son
capaces de dar su tiempo o energía al activismo. Creo que haría mal en
juzgarlos; las propias conciencias deben juzgar a la gente, no otra persona.
E: Ud. ha hablado
mucho sobre escritores americanos, como los miembros del Black Mountain school
of poets, quienes fueron amigos suyos y la influenciaron luego de casarse con
Mitchell Goodman y mudarse a los Estados Unidos. Me pregunto si podría
mencionar a escritores americanos que la hayan influenciado aparte de estos.
L: William Carlos Williams y Wallace Stevens.
E: Ha escrito más
acerca de la influencia que tuvo Williams que la que tuvo Stevens. ¿Qué la
atrajo a la poesía de Stevens?
L: Stevens es un
poeta muy musical, y es el aspecto sensitivo de su poesía lo que siempre me
gustó. Me fascina el uso que hace del idioma "en sí mismo".
E: ¿Cree que tal vez
sus propios poemas son, en este punto, como los de Stevens?
L: Creo que hay
poemas míos que muestran la influencia de Stevens, pero las influencias no
saltan a la vista, no sobresalen. Uno las absorbe; no se puede hablar de ellas
directamente. Puedo hablar un poco más concretamente de la influencia de
Williams en mí porque, sin duda, viniendo de Inglaterra, como yo, el modo en el
que él incorporaba los ritmos y dicción del habla común a su poesía resultó una
inyección de energía y me dio elementos para lidiar con mi llegada a América.
E: ¿Qué la llevó a
peregrinar para ver a Williams? ¿Cuál era la naturaleza de sus visitas a la
casa en Rutherford?
L: Supongo que mi
primera visita a Williams fue un peregrinaje. Había estado leyendo su obra por
algunos años antes de ir a verlo. Incluso le había escrito una carta y tuve una
respuesta suya 2 o 3 años antes de mi primera visita. En mi primer viaje fui a
Rutherford en colectivo, con Bob Creeley o Sid Korman, o tal vez con los dos.
Creo que Mitch también vino. Luego empecé a ir unas dos veces por año, durante
algunos años.
E: ¿Leían poesía
mientras estaba allí?
L: Si. El me pedía
que yo leyera mis poemas. Y a veces me alcanzaba un poema suyo que quería que
yo le leyera. Cuando lo conocí ya había tenido su primera serie de ataques y
leer le resultaba difícil. Hablábamos de poesía, o de gente. Siempre la pasé
muy bien; pero lamentablemente, como una tonta, no registré ninguna de esas
conversaciones. Siempre parecían tan vívidas en mi mente cuando me iba de allí
que no podía imaginarme que las olvidaría. Me acuerdo sí que solían invitarme
para el almuerzo, o a la tarde temprano. Llegaba alrededor de las 2:30, y me
quedaba hasta las 6:30 o 7.
E: ¿Piensa que
Williams era conciente de estar cumpliendo alguna misión ayudando a escritores
más jóvenes?
L: No. No era un
hombre ostentoso, no creo que se viera a sí mismo como un "misionero"
para escritores más jóvenes. Pero creo que no sólo disfrutaba de estas
ocasiones sino que las necesitaba. Quería asegurarse de estar en contacto con
escritores más jóvenes y de que sus ideas sobre la poesía estuvieran
influenciando a otros poetas.
E: ¿Le preguntó
alguna vez sobre sus impresiones de alguna parte de Paterson? Ya lo había
terminado para ese entonces, ¿no?
L: No que yo
recuerde...no. Había terminado casi todo Paterson pero no todo. Pero es inútil
preguntarme detalles específicos sobre estas visitas porque desgraciadamente no
me acuerdo.
E: Mencionó en otra
entrevista que los poetas de su generación "le deben mucho a Pound".
¿Cuáles son algunas de las cosas que usted le debe?
L: Algo que todos le
debemos fue su conciencia de la necesidad de precisión en la poesía, y también
de los peligros del sentimentalismo auto-indulgente. En realidad aprendí más
sobre estas cosas de su crítica que de su poesía. En el ABC de la lectura
subraya la importancia de defender y hacerse cargo de la propia voz. Esto fue
muy importante para mí... ser responsable de la precisión de lo que uno dice;
me parece lo más básico que uno puede aprender de Pound. Su poesía también es
de algún modo fascinante. Por ejemplo, su influencia cubista, la idea de que la
relación entre los objetos cambia a medida que uno se mueve. Algo del supuesto
método del mosaico de Pound combina elementos para que uno tenga una nueva
perspectiva sobre ellos. Y logra esto haciendo que el observador se mueva: que
mire las cosas primero desde acá y luego desde allá.
E: ¿Podría este tipo
de sensibilidad llevar a alguna revelación?
L: Sí, eso creo. Pero
para mí la revelación en poesía siempre concierne al movimiento de la mente tal
como piensa y siente y así lo hace en el lenguaje. Para un poeta, el proceso de
pensar-sentir no se traspone directamente al lenguaje. Más bien, ocurre en el
lenguaje. Por ejemplo, el modo en que un poema está escrito en la página es una
partitura de cómo debe ser leído en voz alta, y de cómo será experimentado.
Tales manifestaciones concretas de la percepción son aspectos cruciales del
modo en que la poesía puede "revelar". Creo firmemente que el verso
en sí expresa "patrones de mirada". Nunca entendí realmente la teoría
de la respiración de la que habla Olson; pero creo que los cortes de verso son
determinados no sólo por exigencias fisiológicas de respiración, sino por las
secuencias de tus propias percepciones.
E: Con respecto al
tema de los versos y cortes de verso siendo un registro de la secuencia de
percepciones, ¿difiere esto del concepto de "encabalgamiento"?
L: Absolutamente. Al
escribir en formas abiertas, el encabalgamiento es irrelevante; aunque alguna
gente no se da cuenta. Algunos poetas cortan sus versos en lugares que ponen un
acento indeseable y pesado a una palabra con la que comienza el verso
siguiente, por ejemplo. Pero esta práctica del encabalgamiento en formas
no-métricas es realmente inútil. En métricas apretadas funciona como un alivio
en medio de la monotonía de los patrones, pero cuando uno escribe en formas
no-métricas, entonces el verso asume una función más intensa de la que nunca
tuvo. Entonces el concepto de encabalgamiento sólo obstaculiza la función real
del verso.
E: ¿Piensa, también,
que las formas tradicionales en poesía están pasadas de moda?
L: Creo que el tipo
de cierre (o clausura) impuesto por las formas tradicionales se relaciona con
el sentido de la vida dentro de los períodos que las vieron nacer. Después de
Einstein, la certeza con respecto al futuro que la gente solía tener, cambió. El
universo terminó siendo mucho menos definido de lo que habíamos creído -con el
infierno abajo y el paraíso arriba- y obviamente vivimos en un tiempo de
incertezas. Las formas poéticas, entonces, se han vuelto, en mi opinión,
anacrónicas. Sin embargo, si la mentalidad básica del individuo suele estar
acorde con el tipo de concepciones subyacentes que hicieron nacer a la forma,
un couplet por ejemplo, o un soneto, entonces tal vez esa persona pueda usarlos
exitosamente. Pero creo que el uso "nostálgico" de una forma para
poner orden donde aparentemente no lo hay, no es poesía. Creo que debemos
registrar el caos en el que vivimos y lidiar con él; las formas abiertas pueden
permitirnos explorar el caos y ver qué puede ser descubierto allí.
E: Aparte de la percepción
de los cortes de verso, ¿qué otra cosa constituye un 'buen oído' o un 'mal
oído' para la poesía?
L: hay dos maneras
para mí de caracterizar a un 'buen oído' y diferenciarlo de lo que yo llamo
'oído de lata'. La primera es la percepción de los cortes de verso, que ya he
expuesto. La segunda es el oído de una persona para lo mimético en el sonido.
Si un poeta es deficiente en este punto, entonces no tiene la intuición de
combinar bien los sonidos, de notar la calidad de los sonidos en cuanto a si
son suaves, ásperos, pesados o livianos. Estas personas suelen combinar
contenido y texturas de sonido de forma inapropiada. Usarán sonidos pesados,
gruesos, densos, pegajosos cuando estén tratando con un material liviano, aéreo
o etéreo.
E: ¿Puede mejorarse
un 'oído de lata'?
L: Creo que un buen
oído para la poesía, como un buen oído para la música, es algo con lo que se
nace. Pero un oído pobre puede mejorarse con esfuerzo: si esa persona se
permite escuchar lo suficiente. ¡Hay tanta gente que termina leyendo poesía
sólo en silencio! Algunos poetas ni siquiera leen en voz alta para sí mismos
mientras escriben. Entonces la poesía para mucha gente permanece abstracta,
privada en gran medida de su sensualidad.
E: Hablando de la
sensualidad auditiva de la poesía, me gustaría decirle que en mi opinión usted
es una de las mejores lectoras de poesía que he escuchado. Me parece que tiene
un maravilloso control de la respiración. Es casi como si tuviera un
entrenamiento de cantante. Noto que cuando lee inhala y luego exhala apenas
antes de empezar a hablar. Es como si la inhalación juntara energía, y luego al
empezar a exhalar tomara un envión que le permite hacer sonar las palabras de
modo efectivo. ¿Es este un proceso consciente?
L: No, no creo que el
proceso en sí sea consciente. Creo que este hábito debe venir de haber sido
criada en una familia con cierta tradición en la elocuencia, en poder hablar en
público. Crecí escuchando a mi madre leyendo prosa en voz alta, y leía
extremadamente bien. Cuando mi hijo era chico le leía mucho en voz alta y me
encantaba. Y tengo una voz fuerte... eso ayuda.
E: ¿Es cierto,
entonces, que usted puede leer poemas de otro poeta de un modo más animado, tal
vez diferente, de como esa persona los leería? ¿Es esto justo para el otro
poeta?
L: Yo entiendo el
modo en que el poema está escrito sobre la página como una notación, y uno debe
poder seguir la partitura y lograr una aproximación lo más cercana posible al
modo de ser leído al que fue destinado.
Algunos poetas, sin
embargo, tienen la habilidad de escribir hermosas partituras pero no de
ejecutarlas. Es como si no tuvieran la confianza para hacer la performance.
Muchos poetas son simplemente muy malos leyendo poemas, propios o ajenos.
E: Volviendo a su
propia escritura, usted ha dicho que componiendo poemas nunca comienza hasta
que no tiene en mente un verso entero, o al menos una frase, tal vez un ritmo.
Dice que no comienza a escribir cuando lo único que tiene es una vaga sensación
de algo sobre lo que puede querer hablar o escribir. En otras palabras, no se
apura. Espera hasta que un verso o frase se cristaliza en su mente. ¿Cómo
enseñaría a los estudiantes a cultivar este proceso de esperar, y a saber
cuándo empezar a escribir o cuándo no empezar?
L: Bueno, es difícil
tratar de enseñar esto a alguien que no lo haya experimentado. Pero un modo en
el que intento enseñar ese proceso, que considero extremadamente importante, es
el siguiente: cuando un estudiante tiene un poema que ha sido discutido en un
taller, y necesita evidentemente más trabajo y revisión, o cierta palabra o
palabras simplemente no son las correctas, les digo: no busquen el sinónimo más
próximo. Trato de animarlos a volver su atención a la experiencia que dio
origen al poema, a re-visualizar lo que vieron entonces, a re-sentir lo que
sintieron entonces. En otras palabras, volver a la fuente del poema.
E: Es como empezar de
nuevo, ¿no?
L: Si. Y si aprenden
a revisar de esta manera, creo que les enseña algo sobre esa necesaria espera
de cristalización. Les enseña a reintentar desenterrar la experiencia.
E: A veces, si el
alumno ya tiene el poema tipiado, ¿le ayuda volver a escribir a mano cuando
comienza a revisar, para así volver a la experiencia original?
L: Si. Pero lo hagan
o no, trato de instalar en ellos la idea de no "emparchar" lo que ya
existe. Es mejor ignorar el boceto y volver a la fuente. Los incito a explorar
lo que ven cuando vuelven atrás. Les pregunto, '¿qué ves cuando volvés a esta
experiencia en tu memoria e imaginación?' Los estimulo a rememorar, a recordar.
E: ¿Qué pasa si un
estudiante se dirige a usted y dice: 'todavía no empecé a escribir el poema,
pero tuve tal o cual experiencia sobre la que quiero escribir, ¿cómo empiezo?'?
L: Yo diría algo
como: 'seguí pensando en eso. Seguí sintiéndolo. Pero empezá a escribir
únicamente cuando las palabras comiencen a llegar solas.'
E: Usted ha dicho que
escribir poesía de forma 'orgánica' surge de prestar una atención fiel al
objeto, y que sin embargo es la presencia de lo 'inesperado' o 'la musa', lo
que transforma esa atención en poesía. Se ha referido a este proceso como una
especie de 'alquimia'. ¿Puede comentar un poco más acerca de este impredecible
factor X?
L: Es la recompensa
que a veces es dada por haber prestado una cuidadosa y fiel atención. Si no le
prestás a la experiencia tu atención paciente, estarás trabajando únicamente
con voluntad e inteligencia, y entonces tendrás que manipular la experiencia.
Si sos muy hábil, podés hacer algunas cosas buenas; pero relativamente
superficiales. En cambio, si dedicás a tu material una especie de humilde
devoción, o atención, y si tenés algún talento innato que te ayude, entonces
recibirás mucho. Y si perseverás, entonces (a veces) te es dado el premio
especial de los poetas, el de lo 'absolutamente impredecible'. Ninguna cantidad
de atención fiel puede garantizar esto, pero a veces podés ser levantado en el
aire como por un remolino y llevado hacia ciertas zonas de la experiencia que
nunca habías considerado posibles. Esto, por supuesto, es un don. No podés
querer que pase. Pero podés ubicarte a vos mismo en una relación con respecto a
tu arte como para poder recibirlo si es que ocurre; esta relación es la
atención fiel.
E: ¿Siente que cuando
le es dado este don tiene una experiencia 'religiosa', o le escapa a ese término?
L: No objeto la
palabra religión, aunque es difícil usarla sin entrar en algún tipo de
definición. Pero diría que sí, que para mí escribir poesía, recibirla, es una
experiencia religiosa. Al menos si uno se refiere con esto a experimentar algo
diferente y más profundo que lo que el propio pensamiento e inteligencia puedan
experimentar por sí mismos. Escribir puede ser en sí mismo un acto religioso,
si uno se permite ponerse a su servicio. No intento hacer una religión de la
poesía, no. Pero definitivamente podemos asumir aquello que la poesía no es: no
es un simple acto antropocéntrico.
E: Antes de concluir
esta entrevista, quisiera preguntarle cuán real le parece este aparente revival
de la poesía en Estados Unidos
L: La proliferación
de pequeñas revistas, la publicación de muchos libros de poemas, y las ventas
de algunos libros de poesía prueban que hay algún tipo de renacimiento. Pero
aunque haya más gente leyendo poesía hoy que hace, pongamos, 30 años, la
cantidad de gente que lee poesía sigue siendo muy escasa en relación a la
población general. También hay mucha más gente que escribe poesía que gente que
la lee, ya que muchas personas están sólo interesadas en la "auto
expresión", que por supuesto no es arte.
E: Hablando de auto
expresión, ¿podría definir el término "poesía confesional", según su
opinión? ¿Se considera usted una poeta confesional?
L: No. No creo que
mucha poesía confesional sea buena poesía. A veces los que escriben de modo
confesional son poetas dotados, si tienen un buen instinto de la lengua. Pero
esta es la excepción y no la regla. Según lo entiendo yo, el poema confesional
tiene como motivación el deseo de liberar al poeta de algo que él o ella
encuentra opresivo. Pero aquí el peligro es reducir una obra de arte a un
proceso de excreción. ¡Un poema no es vómito! Ni siquiera es lágrimas. Es algo
muy diferente de una purga corporal.
E: ¿La confesión
implica culpa? Si una mujer, por poner un ejemplo, escribe un poema
'confesional' sobre el hecho de haber tenido un aborto, ¿no implicaría eso que
tiene cierta predisposición en contra del aborto? ¿Por qué otra razón tendría
que 'confesarlo'?
L: Un poema sobre un
aborto podría ser confesional sin ser sobre la culpa. Podría ser simplemente
acerca del dolor. O podría ser exhibicionista, ya que a veces el impulso de
contarle al mundo la vida privada de uno incluye el exhibicionismo. Por otra
parte, una mujer puede escribir un poema sobre el aborto desde un punto de
vista altamente ideológico; puede querer contarle al mundo cómo es pasar por
una experiencia así. Hay muchas maneras distintas en que uno puede escribir ese
poema, de las cuales ninguna involucraría a la culpa.
E: pero ¿serían en su
mayoría realmente confesionales, según el modo en que usamos ese término hoy
para hablar de mucha poesía contemporánea?
L: Es un punto muy
sutil, engañoso. La idea de 'confesional" que se usa hoy en día, ¿implica
culpa? Tiendo a pensar que no tiene por qué. Puede ser sólo la necesidad de
sacarse algo que oprime el pecho. Confesional en este sentido es simplemente
contar una historia personal y sentirse mejor por haberla contado. Pero puede
ser cierto que, si esto se vuelve exhibicionista, entonces la culpa esté
implicada. No sé qué dirían los psicólogos sobre esto.
E: ¿Cree que la mejor
poesía confesional es la que crea un mito del yo y así universaliza la
experiencia? ¿la poesía de Lowell, por ejemplo?
L: Sí, la poesía
confesional trasciende lo meramente auto-terapéutico; alcanza cierto tipo de
universalidad. Y debo concluir este tópico poniendo énfasis en que lo que más
objeto en cierta poesía llamada confesional es que el impulso por el trabajo
está tan exclusivamente relacionado a la necesidad de los poetas por
descargarse que lo estético queda desatendido.
E: Me gustaría saber
si usted encuentra especialmente doloroso el escribir poemas
L: Para mí, lidiar
con el dolor no es una función primaria de la poesía; por eso digo que no soy
"confesional". El acto de escribir poesía es, para mí, extremadamente
placentero. Creo que todo el mito del sufrimiento del poeta es vanidad, incluso
vanidad en el sentido bíblico. Los sufrimientos del poeta no son mayores que
los de cualquier otra persona. Tal vez algunas personas que son poetas son
vistas como más concientes de algunas cosas que otras personas, y en esa
conciencia pueden sufrir un poco más que el promedio. Pero creo que hay mucha
otra gente igual de sensible que no tiene nada creativo para hacer con su
sensibilidad. Al no haber encontrado un modo para incorporar su sensibilidad en
la acción, de hecho sufren mucho más que alguien que es capaz de crear a partir
de la sensibilidad.
E: Mi pregunta sobre
el dolor incluye, en parte, lo que usted acaba de decir: la sensación de que la
gente sufre de acuerdo con su nivel de conciencia, de sensibilidad. Especialmente
la sensibilidad concerniente a su propia ‘conciencia de sí’. A veces la
pregunta parece ser ¿cuánta sensibilidad o ‘conciencia de sí’ puede uno
soportar? Obviamente poetas como Sylvia Plath y John Berryman sintieron que ya
no podían soportarlo más.
L: Sí. Pero no era
como poetas que sufrían. Era como personas que tenían un umbral muy bajo para
el sufrimiento, el dolor, que perdieron toda esperanza. Uno puede decir que de
no haber sido poetas habrían sufrido igual, o incluso más. Sí, más. Y tal vez no
habrían durado lo que duraron.
E: Berryman remarcaba
en la última entrevista que dio, publicada por el Paris Review, que quería ser
empujado a sufrir. Quería que Dios, según sus palabras, lo empujara hacia el
sufrimiento a fin de poder escribir. Dijo: "Mi idea es esta: es
extremadamente afortunado el artista al que se le presenta la peor prueba
posible sin matarlo. Creo que lo que le suceda a mi trabajo poético en el
futuro dependerá de ser golpeado en la cara, aplastado, tener cáncer, o cosas
por el estilo. Espero ser casi crucificado". ¿Qué se puede comentar acerca
de tal actitud?
L: Yo diría que
existen masoquistas en este mundo, y que algunos masoquistas resultan ser
poetas. No tiene nada que ver con la naturaleza del poeta per se.
E: ¿Hacia qué dirección
se estaba desarrollando Sylvia Plath cuando murió? Tendemos a pensarla como una
poeta confesional.
L: Creo que tenía un
fantástico don para las imágenes; era una hacedora-de-imágenes realmente
inspirada. Esto salvaba a sus poemas de ser sólo terapéuticos.
E: ¿Cuán esenciales
son la soledad y el ‘estar solo” para el artista, sino el dolor?
L: La soledad no es
lo mismo que "estar solo". Creo que estar solo es esencial, en varios
grados, para cualquier artista. Yo suelo necesitarlo mucho. Y como llevo una vida
muy ocupada, y soy también bastante sociable, realmente disfruto de vivir sola
ahora que lo hago. Porque si no viviera sola, tendría un grado inadecuado de
‘estar sola’.
E: ¿Tenía un grado
inadecuado estando casada?
L: Bueno, a veces.
Pero estuve casada por 25 años, y creo que la mayor parte de ese tiempo
necesité estarlo. No tengo arrepentimientos con respecto a esa parte de mi
vida, y no creo que escribir y coordinar la vida familiar haya sido tan difícil
como alguna gente dice. Pero la gente cambia; aparecen necesidades
diferentes...
E: usted dijo en un
ensayo titulado A Sense of Pilgrimage, incorporado a The Poet in the World, que
considera el mito de su propia vida como el de un peregrino o un visionario.
Tal noción de su camino exploratorio de vida, ¿implica la idea de soledad, o
simplemente el ‘estar solo’?
L: Ambos. Los
peregrinos atraviesan juicios y tribulaciones; eso es parte del peregrinaje,
¿no? Incluso en los cuentos de hadas, siempre aparecen todo tipo de dragones y
bosques oscuros en el camino hacia el destino fijado.
E: ¿Hay algún mito en
particular que usaría para caracterizar este momento de su vida?
L: Eh, este momento
de mi vida... Bueno, estoy seguramente en un período diferente del de, digamos,
4 años atrás. Quizás empezó con la compra de mi casa, o con la decisión de
terminar definitivamente con mi matrimonio. No estoy del todo segura de dónde
ubicar ese comienzo. Pero sé que estoy en una fase de la vida que tiene que ver
con vivir sola, y con tener mucha libertad. Todas mis decisiones hoy tienen que
ser mis propias decisiones. Yo sola decido a quién ver, a quién querer, con
quién compartir mi tiempo, a qué hora despertarme, a qué hora comer. Por
supuesto me doy cuenta de que muchas decisiones que uno cree estar tomando,
están de hecho ya tomadas por la vida misma.
Pero en cualquier
caso, estoy segura de que ha de haber un mito sobre una persona que llega a un
país nuevo o a un nuevo modo de vida. Siempre hay un mito para explicar
prácticamente todo: fases de la visa, actitudes, instancias; apostaría que si
buscara en la literatura universal encontraría uno. Pero no tengo ninguno para
presentar ahora, aunque es un pensamiento interesante.
De American Poetry Observed: Poets on Their Work. 1984
Traducción: Florencia
Fragasso
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